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Feria de semillas en Catamarca: La vida en el centro

20 SEPTIEMBRE, 2023

Por Huerquen

Se celebró la 21° Feria de semillas nativas y criollas en la localidad de Medanitos, Catamarca. Un espacio para el intercambio de semillas pero también para el reconocimiento de los saberes y experiencias de las comunidades campesinas e indígenas frente a los proyectos extractivistas.

Por Camila Parodi para Huerquen

El pasado sábado 9 de septiembre se realizó la histórica Feria de Semillas Nativas y Criollas que se celebra todos los años en el Bolsón de Fiambalá, ubicado en el oeste de la provincia de Catamarca. Esta vez, la cita fue en el predio del Festival del Agricultor, en la localidad de Medanitos. La feria encontró a campesinos y campesinas, organizaciones sociales y activistas socioambientales provenientes de los pueblos aledaños a Medanitos pero, también, desde otros puntos más lejanos como la ciudad de Catamarca, Andalgalá, Belén, Ancasti, La Paz, Capayán así como de otras provincias como Córdoba, La Rioja y Santiago del Estero.

Durante septiembre, coincidiendo con el comienzo de una nueva época de siembra, productoras y productores se encuentran para intercambiar sus semillas así como todas las elaboraciones derivadas de su producción. Esta práctica se repite, de diversas maneras, a lo largo y ancho del continente. A través del intercambio, las familias campesinas no sólo logran acceder a nuevas variedades y especies sino que también reproducen las semillas libres -ancestrales, nativas y criollas- que se resisten a ser patentadas. Allí, también, se intercambian los saberes y las experiencias a partir de las cuales se construyen vínculos y afectos. Alternativas comunitarias y cooperativas que ponen en evidencia la existencia de formas y lógicas que son capaces de enfrentar a la actual crisis climática, política, económica y social.

Con el frío de la primera mañana, las más de 90 mesas se iban ordenando a disposición de la sombra. Mientras los y las productoras calentaban sus manos con mate o café caliente seleccionaban, cuidadosamente, las producciones que representarían el trabajo de todos los días. En el centro de las mesas, ordenadas en bandejas, canastos y manteles, estaban las semillas. Las protagonistas de la feria que propician el encuentro desde hace más de 20 años en la zona.

Recuerda Don Máximo, quien impulsó junto a sus vecinos y vecinas la realización de la primera feria de semillas allá hacia principios del año 2000 que, la feria comenzó por la necesidad de incorporar nuevas producciones y compartir sus frutos. “En sus inicios era más sencilla, éramos muchos menos” recuerda. Hoy, tras 20 años de ferias, Máximo se enorgullece con su devenir y sonríe cómplice: “A pesar de que esté viejo tenía que venir a ver cómo sigue creciendo la semilla que plantamos”.

La feria de semillas lleva larga data en Catamarca. Explican desde la Asociación Civil BePe, una de las organizaciones que acompaña esta iniciativa, que ya desde el año 1987, campesinas y campesinos del Bolsón de Fiambalá, se organizaban en grupos comunitarios: “Realizaban intercambios con comunidades de Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja y desarrollaron importantes experiencias de comercio alternativo, cooperativas de consumo, ropero y botiquín comunitario, siembra de hortalizas para autoconsumo, molino harinero, cría de gallinas y banco de herramientas comunitarias”. En 1999, BePe, comienza a realizar un trabajo territorial en la zona para recuperar las semillas nativas y criollas junto a ellos.

“El proceso de rescate de variedades promovió el intercambio entre las familias campesinas en espacio de ferias” explican desde BePe. Es así que comenzó la primera feria de semillas durante el año 2000 realizándose, primeramente, en el departamento Belén. Sin embargo, desde el 2002 la feria se realiza de forma ininterrumpida en la región del Bolsón de Fiambalá para fortalecer el trabajo de conservación de las semillas que venían realizando. Allí, las familias campesinas se agruparon en la Asociación de Campesinos del Abaucán (ACAMPA) y se organizaron para garantizar la distribución y multiplicación de semillas que eran producidas de manera agroecológica.

La conservación y multiplicación de las semillas en manos campesinas ha permitido la continuidad de la vida frente a las políticas extractivistas del agronegocio, el mercado de la patentización de las semillas y el monocultivo. También, recientemente, ha posibilitado la reglamentación (aún incompleta) de la Ley de Agricultura Familiar, fruto de la organización de movimientos campesinos que exigieron su reconocimiento. Sin embargo, las ferias de semillas así como la lucha de los diferentes colectivos que las defienden, exceden los reconocimientos y las instituciones: las semillas nativas y criollas construyen genealogía de las resistencias y se multiplican para evidenciar que ese otro mundo es posible.

Sembrar vida frente a los proyectos de muerte

La realización y sostenimiento de la feria de semillas en el Bolsón de Fiambalá en el actual contexto no es poca cosa. Las organizaciones sociales y campesinas impulsan la defensa de las semillas, del agua y de la vida frente a un modelo extractivista. En Fiambalá, este modelo se evidencia a través de la instalación de los megaproyectos de explotación de litio.

Estos proyectos sólo pueden sostenerse gracias a la complicidad estatal que habilita el despliegue de múltiples mecanismos para el beneficio de las empresas trasnacionales en detrimento de la vida de los territorios y pueblos. En este caso Roxana Paulón, intendenta de Fiambalá, es denunciada por las organizaciones y colectivos socioambientales por no convocar a las instancias participativas necesarias ni realizar los seguimientos o evaluaciones socioambientales que se requieren para instalación de este tipo de proyectos.

En la actualidad hay dos proyectos de minería del litio en la zona. Por un lado, se encuentra el Proyecto “Tres Quebradas” que fue realizado inicialmente por la empresa Liex S.A. (subsidiaria de Neo Lithium, de origen canadiense) en el año 2017. En la actualidad se encuentra gestionado por la empresa china Liex Zijin desde 2021 y la población advierte los cambios radicales. A su vez, recientemente, comenzó el Proyecto “Fiambalá Norte” para la explotación de litio entre las empresas YPF y CAMYEN (Catamarca Minera y Energética Sociedad del Estado). Si bien éste se encuentra en una etapa de exploración el camino ya está marcado para que Fiambalá se constituya como una zona de sacrificio para la minería del litio.

El megaproyecto “Tres Quebradas” ya cuenta con once propiedades mineras distribuidas en al menos 30.000 hectáreas y se propone, inicialmente, la extracción de 20.000 toneladas de carbonato de litio por año. En lo que corresponde al proyecto “Fiambalá Norte” se ha destinado una superficie de 20 mil hectáreas ubicadas en la frontera con Chile. Estos proyectos se presentan a la comunidad en nombre del progreso y del desarrollo, aparecen como las únicas oportunidades de supervivencia e ignoran las formas de vida que conservan los pueblos de manera ancestral en la zona.

Durante la feria, la intendenta de Fiambalá, realizó una visita tan fugaz como violenta. Paulón, en plena campaña electoral, publicó fotos paseando por el evento sin siquiera detenerse a leer uno de los principales ejes de la convocatoria: “Agua para los pueblos, no para las mineras”. Como analizó el investigador Horacio Machado Aráoz: “Sacar fotos es una forma –también- de saqueo. Forma parte de las más extendidas y usuales prácticas de la política extractivista. No fue a aportar nada, y ni siquiera con la más mínima intención y actitud de escucha y receptividad”.

Mientras avanzan los proyectos extractivistas a espaldas de los pueblos, la clase política intenta capitalizar sus procesos comunitarios para la carrera electoral. Lo acontecido en la feria es tan sólo un ejemplo del cotidiano que atraviesa la población de Fiambalá desde la instalación de los proyectos, allí los lazos sociales son resquebrajados permanentemente por el accionar de las empresas y los gobiernos.

Beatriz Perea es integrante de la Asamblea Socioambiental “Fiambalá Despierta”. Para ella, la feria de semillas y su participación masiva demuestra que los pueblos no quieren proyectos de muerte, por el contrario defienden las semillas y cuidan la vida: “Con este tipo de actividad le demostramos a los funcionarios que estamos todos juntos para defender el agua”, expresó sobre la visita de la intendenta.

“Somos pueblos que hemos vivido siempre de la agricultura y la ganadería, por eso mientras tengamos agua vamos a poder producir, cosechar y cuidar a nuestros animales para vivir como siempre en paz y de lo que producimos nosotros” reflexionó la activista sobre los proyectos, mal llamados, de “desarrollo”. Con la llegada de la minería de litio, explica Perea, “nos quieren cerrar las puertas para decirnos que ese es el único modo de subsistencia pero nosotros decimos que no, nosotros ya conocemos cuál es la manera de sobrevivir: con agua”.

Somos semillas

Frente a los múltiples intentos por romper los lazos sociales y dividir a los pueblos, la feria de semillas volvió a vencer. Cientos de personas celebraron con ternura el encuentro. “Renovar ese vínculo y poder seguir encontrándonos aún con todas las dificultades económicas, con todas las situaciones que nos atraviesan política y emocionalmente es muy importante” recordó Claudia Martinez, integrante de BePe.

Para la activista, el encuentro cumplió con su objetivo de conformarse como “espacio de reafirmación de la vida y de las opciones que toman los productores, las productoras y quienes acompañamos para poner en el centro a la semilla, la vida” agregó Martinez. Desde su experiencia, sostiene que “las iniciativas de los productores van creciendo todos los años y continúa emocionando ese momento de reencuentro donde dos productoras se vuelven a abrazar y se cuentan sus procesos, eso también es aprendizaje y muestra la forma en que producen”.

A pesar de los proyectos extractivistas, para Martinez “las ferias siguen siendo un espacio potente, de una enorme fortaleza, de una enorme capacidad de reproducción de la vida para quienes participamos y militamos en la defensa de la vida”. En ese marco, explicó que, “este espacio demuestra la profunda transformación y reafirmación política donde la vida recobra su lugar y su centralidad”. Reproducir, conservar e intercambiar semillas como actos colectivos y revolucionarios para la defensa de la vida.

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Feria de semillas de Catamarca: rituales para posponer el fin del mundo

septiembre 13, 2023

Por Agencia Tierra Viva

Fiambalá fue epicentro de un nuevo intercambio de semillas, alimentos y saberes. Allí se dio cita la diversidad conviviente de los territorios cultivados por familias campesinas y pueblos indígenas. Se reafirmó, una vez más, cuál es el modo de vida y proyecto de futuro que priorizan los pueblos arraigados. El cuidado del agua, la defensa de las culturas y el trabajo comunitario.

Por Horacio Machado Aráoz*

Desde Catamarca

La Feria de Semillas de Fiambalá, como coloquialmente se conoce al espacio de “intercambio de semillas, productos, artesanías, plantas, animales, experiencias y saberes”, cumplió su vigésimo primer encuentro. Se trata del espacio que organiza la Asociación Campesina del Abaucán (Acampa) para esta época del año. Por su magnitud, continuidad y trayectoria (más de dos décadas), es “la feria de semillas” en Catamarca.

Se trata de un espacio de familias agricultoras y criadoras, congregadas en torno a las experiencias arraigadas en la cuenca del río Abaucán, pero que, como ya es una sana costumbre, desde hace más de veinte años, viene siendo un motivo de encuentro para convocar también a sujetos agro-culturales de diversas localidades y territorios.

Esta vez, realizada el 9 de septiembre, además de las familias de las localidades de la Herradura (Medanitos, Tatón, Chuquisaca, Saujil, Palo Blanco, Antinaco), de Fiambalá, Tinogasta y Copacabana, todas regadas por las aguas del Abaucán, el encuentro estuvo animado por familias criadas por otras cuencas: vinieron agro-cultora/es del Norte de Belén, de Pozo de Piedra, de Anquincila y Ancasti, de la quebrada baja del Ambato, de Santa María, del (mal) llamado “valle central” (Capital y Valle Viejo), de Santiago del Estero, y hasta de Traslasierra (Córdoba), y de Chaco.

Para los viejos participantes (como las comunidades santiagueñas, la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita santamariana) como para los recientes y/o eventuales, todos sabemos que la “feria de semillas” es así, sencillamente, de semillas nativas y criollas; es decir, las verdaderas y auténticas semillas; no hay otras.

Los organismos genéticamente modificados por empresas con fines de lucro, que intervienen y alteran la sabiduría y la potencia genética de entidades vegetales en estado germinal, no son propiamente semillas.

Aunque en apariencia y a simple vista sea imposible distinguir unas de otras, son entidades radicalmente distintas, incluso opuestas. En un caso tenemos entidades bioculturales; en el otro, se trata de un Artefacto-Germinal-Extractivista (AGE), algo creado, no para producir alimentos para seres vivos, sino para alimentar cuentas bancarias de “sociedades anónimas” (es decir sociedades políticamente constituidas para “ocultar su nombre”; para “no dar la cara”; lo que, en última instancia, quiere decir eludir todo tipo de responsabilidad ética y política frente a los efectos y consecuencias de sus actos).

Foto: Julio Carrizo

Los modos de concepción y de producción, los usos y los fines para los que unas y otros fueron diseñadas son radicalmente distintos. Por tanto, los mundos que surgen y que se crean a partir de un tipo y modo de producción de semillas y de AGE, son no sólo distintos sino antagónicos. En última instancia, su co-existencia es imposible. Los mundos de vida que brotan de las semillas nativas y criollas se ven constante y continuamente amenazadas de extinción por los efectos sistémicos y las tendencias inconteniblemente expansionistas del mundo de los AGE. Como la sed de ganancias, su ambición es literalmente infinita; no reconoce ningún límite (ni físico, ni moral, ni ético, ni ecológico, ni político).

Los AGE son creados en entornos abstractos: los laboratorios. Lo que gusta en llamarse “biotecnología” no tienen nada que ver con el cultivo de la vida, sino con todo lo contrario. Allí, los flujos vitales, la propia dinámica de los procesos vivos y de las relaciones de convivencia entre organismos y ambiente deben ser completamente interrumpidos, cortados de cuajo, para ser sometidos al control de técnicas, herramientas y razonamientos puramente instrumentales, a fin de ser desviados al objetivo supremo: obtener la máxima rentabilidad.

Las semillas nativas, criollas, en cambio, como su propio nombre lo indica, son entidades nacidas y criadas en la maraña de relaciones (hidrológicas, mineralógicas, microbiológicas, atmosféricas, bioeconómicas, cosmosemióticas y biopolíticas) ancestralmente, geológicamente construidas en esos territorios concretos y específicos; sus propios territorios apropiados.

“Apropiados” (siempre en plural) no quiere decir “privatizado”, sino adecuados y adaptados como espacios aptos para la habitabilidad y la prosperidad de la vida-en-común transgeneracional y multiespecies.

Las semillas han sido nacidas y criadas allí. Su vivir es toda una historia de vida; una larga y compleja obra de co-creación de entornos de vida. Su aptitud vital es intrínsecamente dependiente de la trama colaborativa que ha sido urdida con otras especies (humanas y no humanas) que han querido vivir allí. Seres minerales, microbianos, vegetales y animales han con-fluido en un mismo espacio y —para subsistir— se han visto confrontadas al desafío de construir modos de co-existencia, de con-vivencia.

Esas semillas han debido lidiar con la amplitud térmica, los zondas, las lluvias escasas y las aguas profundas; con la hidrogeología compleja de lagunas, salares, aguas fósiles; con la comunidad arbustiva criada en torno a algarrobales, fuentes generosas de energía compartidas con el mundo animal, luego finalmente sintetizados y sedimentados en la fisiología particularísima, única de sus suelos.

Vigésima primera feria de semillas nativas y criollas del Abaucán. Semillas de futuro; rituales para “adiar o fim do mundo”.
Foto: Julio Carrizo

Semillas, historias de vidas y territorios

La capacidad productiva de la población humana que ha criado allí sus vidas por largas cadenas de generaciones, ha jugado también un rol fundamental, pero no exclusivo, ni mucho menos excluyente. Al contrario, esas capacidades creativas, semióticas, económicas y políticas, han debido primero crear un lenguaje de valoración apto para tratar y relacionarse con el resto de las entidades vivas allí co-existentes.

Como las demás especies, los humanos, para sobrevivir, han debido aprender a con-vivir: a desarrollar cada vez más sofisticadas aptitudes y destrezas para coordinar las complementariedades, sintonías y sincronías entre dinámicas hidroenergéticas que sustentan la vida de esa tierra. Al hacerlo, estos humanos, ya pobladores concretos, han hecho de esta región unterritorio: una gea-grafía propia, una tierra marcada por una escritura singular, concreta. Al fin y al cabo, una agro-cultura también nativa y criada del lugar, emergente del arte de criar su propio hábitat, su útero de vida.

Así, la historia de vida de las semillas está enredada en la historia más general del propio territorio. Las semillas son entidades bioculturales porque no son estrictamente “biológicas”, sino que son biología culturalmente informada; políticamente criada.

Las culturas no son meras ni exclusivas “construcciones humanas mentales”, son semiosis bio-geológicamente arraigadas y nutridas. Tanto las semillas deben su forma a los pueblos que las criaron, como éstos le deben también la vida a la sabiduría sobreviviente de aquellas. No es que sólo es “difícil saber dónde termina lo puramente biológico y donde empieza la parte cultural de una semilla”; es que, en el mundo de la vida, no hay tal barrera ni separación entre biología y cultura. (En el mundo del laboratorio, lo que tenemos en un acto de barbarie donde se pretende producir un modo de vida en el que la cultura se concibe sobre el sometimiento y la explotación de la biología).

Vigésima primera feria de semillas nativas y criollas del Abaucán. Semillas de futuro; rituales para “adiar o fim do mundo”.
Foto: Julio Carrizo

Feria de semillas, agro-culturas y comunalidad

La feria de semillas de las agro-culturas nacidas y criadas por las aguas maternales del río Abaucán celebra esa biosabiduría ancestral condensada y resguardada en esas entidades diminutas y propiamente sagradas. Ellas guardan la sociobiodiversidad que hizo de esa cuenca un territorio habitado; lleno de vida y de aptitud vital. Socio-biodiversidad no es sólo ni principalmente un conjunto de elementos diferentes. Se trata, sobre todo, de capacidades desarrolladas para crear coordinaciones y relacionamientos de complementariedad, reciprocidad y mutualidad entre esas entidades diferentes. La biodiversidad existente en un territorio nos habla de esas experiencias ancestrales de co-laboración transgeneracional, transespecífica y multi-especies.

Lo que las semillas nativas resguardan es una historia de comunalidad: una historia de vida-propia-en-común, en este caso, entre salares, pacarinas, algarrobales, viñas, higueras, cabras, zorritos, gallinas, maizales, alfalfales, zapallos y habas; vicia, quinoa, huertas, olivos, nogales y mucho, pero mucho trabajo humano cuidadosamente cultivado en el arte de coordinar los flujos de hidroenergéticos que enhebran esos cuerpos a un territorio propio, habitado; a una vida-en-común.

Esa historia comunal está condensada en cada semilla que se dio cita en de esta feria. La feria es, como tal, un semillero de esperanza. Es la ancestralidad comunal que se nos presenta como otro futuro posible. Es, ya, un ritual de los pueblos para “adiar o fim do mundo” (postergar el fin del mundo).Esa expresión es del gran maestro Ailton Krenac, de la agro-cultura homónima nacida de la abuela Watu, como los Krenac llaman a la cuenca del Río Dulce (Brasil). Con ella, más que a “postergar el fin del mundo” nos quiere advertir e invitar a prepararnos para lo que se presiente como inevitable: el fin definitivo, no de todos los mundos reales y posibles, sino sólo el fin del mundo que se ha erigido sobre el imperio arrogante de la superioridad y la UNI-versalidad; el fin del mundo devenido capital. Ese mundo, que se empezó a gestar desde 1492 a partir del primer y más grave acontecimiento de ecogenocidio global, es el que hoy nos está asfixiando con los propios humos de su desarrollo.

Vigésima primera feria de semillas nativas y criollas del Abaucán. Semillas de futuro; rituales para “adiar o fim do mundo”.
Foto: Julio Carrizo

Ese mundo nació de un acto de violencia radical que terminó operando lo que la historiadora ambiental Carolyn Merchant llamara “la muerte de la naturaleza”: el fin (para algunos grupos de humanos) de la concepción de la Tierra como entidad viviente y el inicio de la hegemonía de la creencia de que no es más que un mero reservorio de “recursos”.

A principios del siglo pasado, el sociólogo alemán Max Weber se refirió a ese drástico cambio como el de un proceso de “desencantamiento del mundo”. Hoy, con el escenario de la crisis climática y la acelerada degradación de las conexiones hidroenergéticas que está detonando la sexta gran extinción masiva de especies, sabemos que ese desencantamiento del mundo es el propio fin del mundo.

Frente a este escenario, ante un presente en ruinas y un futuro de colapsos, la Feria de Semillas de Fiambalá se reúne, hace ya décadas, para re-animar y re-encantar el mundo. Para seguir re-creando el futuro ancestral que resguardan en cada variedad de semillas que cultivan/cuidan todos los días y que intercambian año a año. Semillas de esperanza; rituales para “adiar o fim do mundo”.

*Colectivo de Ecología Política del Sur (IRES, CONICET-UNCA).

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Defensoras y defensores de territorios afectados por la minería comparten perspectivas de lucha y construcción articulada de Buen Vivir Comunitario


Entre los días 16 y 21 de este mes de agosto, las Comunidades de Belisario, en el departamento de Muriaé, del Estado de Minas Gerais, de Brasil, hospedaron a un grupo de más de treinta personas provenientes de territorios de Méjico, Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Argentina.

El Encuentro, promovido por la Red Iglesias y Minería (RIM), estuvo organizado como parte de un proceso orientado a compartir saberes nacidos de las luchas que protagonizan las comunidades organizadas para defender sus territorios y modos de vida. A partir de esto, confrontar nuestros saberes y sentí-pensamientos con las lógicas dominantes del sistema extractivo para desenmascarar las falacias de sus discursos.

Desde Be. Pe., como organización integrante de la RIM, venimos participando de este proceso a través de Pato y Rosi, quienes conforman el equipo facilitador de este diálogo de saberes. Al mismo tiempo, invitamos a dos referentes de las luchas que se dan en territorios diaguitas que la colonización ha denominado Catamarca. Uno de ellos, José

Hernán Gutiérrez, cacique de la Comunidad de la Quebrada, en Santa María, e integrante de la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita (UPND). En representación de la Asamblea Fiambalá Despierta y de Acampa (la Asociación de Campesinas y Campesinos del Abaucán) fue elegida la compañera Ketty Perea. Completando el grupo argentino presente en el Encuentro, participó el compañero Ángel Callupil, de Trelew, Chubut, en representación del Nodo Argentino de la RIM. 

En convivencia con la exuberante belleza natural que enmarca el Encuentro, pudimos dialogar con representantes de pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, quilombolas, campesinas y urbanas; nos empapamos de las múltiples realidades y de una diversidad de contextos que tienen como eje central la lucha contra la minería.

Fray Gilberto Teixeira, franciscano de la Fraternidad Santa María de los Ángeles y responsable de la parroquia de Belisário, destacó el significado de acoger el encuentro en una comunidad que se une para decir no a la minería en una región caracterizada por la preservación de la Mata Atlántica y por ser un patrimonio hídrico que abastece a los ríos de la región sureste. “Nos damos cuenta de que la minería causa violencia en todo el mundo e impone sufrimiento a muchas realidades. Estamos aquí con otras experiencias que defienden a la Madre Tierra, desde un llamado a la conversión ecológica integral, y a reforzar nuestras acciones para que el desastre minero y su proyecto de muerte no llegue a este territorio”, señaló al comienzo del Encuentro.

A lo largo del proceso de desenmascaramiento que venimos protagonizando, comprobamos que la espiritualidad es el elemento central que motiva y sostienen la lucha de las comunidades “guardianas de la Casa Común”, como se nombraban en el Encuentro.

La diversidad de la Casa Común es nuestro altar y lo que nos une es la defensa de la vida”, sostiene Nery Orlando Dias, de Poqomam, comunidad maya de la región sur del departamento de Chiquimula, en Guatemala. El intercambio de espiritualidades y conocimientos se dio desde la diversidad de resistencias y manifestaciones de fe que impulsan la defensa de la vida. “El encuentro tiene un gran significado para nuestra Abya Yala por comprender nuestras luchas pacíficas desde las espiritualidades que nos mueven como comunidades. Caminamos a la luz del proyecto de paz y justicia que nos entrega el Papa Francisco a través de la encíclica Laudato Si”, recuerda el chamán maya que viajó desde Guatemala a Brasil para unirse al grupo.

En otra instancia del compartir, Nery comentaba: “Las manifestaciones de espiritualidades de cada cosmovisión son fuente de la diversidad de luchas. Es lo que nos motiva a seguir y entendemos que nuestras espiritualidades se manifiestan en nuestras acciones. Entonces, aunque estemos en una diversidad de espiritualidades –cristianas católicas, cristianas protestantes, indígenas, negras, de comunidades tradicionales– la unidad se siente en la defensa de la vida y la resistencia desde la paz”.

En este sentido, en el marco del debate sobre la continuidad histórica que, desde 1492, tienen las luchas de nuestros pueblos, y las amenazas actuales que perciben, consideramos de particular interés las voces de mujeres y varones jóvenes que resonaron en el encuentro con claridad profética:

Una lidereza del pueblo indígena Wayúu, de la región de La Guajira, al norte de Colombia, señala las nuevas “epidemias colonizadoras” que llegan con las empresas violando las espiritualidades en los territorios de los pueblos indígenas. “La espiritualidad de nuestras abuelas, los sueños que tienen y cómo nos muestran el camino, ha sido tachada de brujería por las religiones cristianas y neopentecostales que son utilizadas por las empresas para eliminarnos. El modelo de evangelización que ha llegado a nuestros territorios de la mano de las empresas mineras es, aún hoy, irrespetuoso con nuestras culturas. La medicina tradicional está prohibida. Están prohibidos los bailes y rituales. La evangelización colonizadora nos hace perder la esencia de lo sagrado que tenemos como pueblo. Las Iglesias que devalúan nuestras culturas llegan juntas con un mensaje de desarrollo y son las que imponen una minería y economías que no son las nuestras”.

Vanessa Guajajara, indígena de Maranhão, señaló la urgente necesidad de crear espacios de escucha y diálogo con enfoque decolonial, como el Encuentro vivido en Belisario. Ella nos decía: “Participar en este espacio es como un remedio para las heridas del pasado. No es fácil estar aquí porque nos recuerdan la violencia histórica. Estos días sirvieron como un desintoxicante que nos liberó del pasado de colonización de los pueblos indígenas y nos permitió pensar en pasos juntos”.

En sintonía con estas perspectivas decoloniales, José Hernán, el cacique que representa a la UPND, analiza la condición colonial y la perversa relación entre fe y progreso que enmascaran los discursos pro-mineros:

Siempre se ha percibido un proyecto de supremacía sobre los pueblos indígenas. Hoy este proyecto surge debido a un nuevo error llamado transición energética. En el pasado este proyecto venía con la biblia que servía para saquear nuestros territorios. Hoy en día, las empresas mineras también utilizan a las Iglesias para venir a robarnos con estos proyectos mineros”.

Y aporta una clave de discernimiento para seguir andando caminos de lucha compartida:

Si quieren estar con nosotros en el camino, en nuestras luchas, y juntos proponemos otros modelos de mundo, es necesario respetar nuestras culturas, nuestros conocimientos. Nuestras espiritualidades se basan y nos guían en el sol, en los animales, en la naturaleza. No como un dominio de la Tierra, sino como una relación muy estrecha”. 

Por último, José Hernán recuerda cómo las Iglesias, durante siglos, fueron instrumentos para borrar las culturas indígenas y demonizarlas:

“Recuerdo que los ancianos contaron cómo los nombres de nuestras comunidades, que estaban en nuestro idioma kakán, fueron cambiados por nombres de santos. Hoy ya no hablamos nuestro idioma. Dicen que para bautizarnos primero teníamos que entregar nuestros objetos sagrados”. 

Desde estos debates y presupuestos de cosmovisiones ancestrales, el Encuentro nos permitió trazar un itinerario que nos permita profundizar las resistencias y multiplicar las re-existencias que se están generando en nuestra Abya Yala. Natalia Sierra, profesora socióloga de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y una de las organizadoras del encuentro, señalaba:

“Son espacios como estos los que permiten debatir las falsas alternativas que se presentan desde una élite global, como la transición energética, crédito de carbono y otros. Frente a estas propuestas que legitiman el modelo de dominación, es necesario seguir caminando para desenmascarar discursos falaces que no responden a las aspiraciones de los pueblos”.

Y desenmascarar, entendemos, consiste en decir y hacer, en mantener con la práctica las palabras que pronunciamos, en cuidar y sostener esa fidelidad que manifiesta, en la acción, la espiritualidad que nos anima.

Entonces, desenmascarar será siempre un desafío. Como el que queremos asumir desde Be. Pe.: unir las luchas de las organizaciones y comunidades que resisten al modelo capitalista, colonial y patriarcal. Entretejer las prácticas de movilización con las de la economía social y solidaria; promover instancias de formación que abran horizontes de organización y autogestión, de reconocimiento de nuestras culturas ancestrales y de re-aprendizajes de saberes milenarios.

Para todo ello, queremos seguir el ejemplo de la respuesta política – cultural dada por los pueblos de Ecuador en el histórico plebiscito ocurrido, justamente, cuando transcurría el último día de Encuentro en Belisario. Como si fueran ecos de la misma Pacha que nos alienta y alimenta, el Movimiento Yasunidos –del pueblo plurinacional de Ecuador- ha logrado habilitar la propuesta política más novedosa, revolucionaria y a la vez esperanzadora surgida desde abajo: la propuesta de dejar el petróleo bajo Tierra en el Yasuní y preservar de la minería al territorio del Chocó Andino.

El resultado logrado en esta contienda auténticamente democrática nos ilumina, nos mueve y nos con-mueve a decir Sí a La Vida. En sintonía con las comunidades del país más pequeño de nuestra Sudamérica, nos comprometemos a favorecer la unión de las muchas y diversas fuerzas que pueblan nuestros valles y montañas. Desde nuestros territorios minados, honrando los espíritus de cerros mutilados y aguas envenenadas, manifestamos nuestra decisión de contribuir en la tarea de poner un freno a la maquinaria de destrucción y degradación montada en nombre del progreso. En esta decisión se nos va la vida.

[1] Algunos párrafos de este documento han sido tomados de la nota publicada por la Red Iglesias y Minería en https://cepastcnbb.org.br/intercambio-de-saberes-comunidades-e-organizacoes-de-fe-discutem-caminhos-para-cuidado-da-casa-comum-frente-as-violencias-da-mineracao/

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La experiencia del proyecto Territorio y Economías Autónomas puso en marcha su presentación final ante un centenar de asistentes en la capital catamarqueña

Por Gonzalo Bárcena

Durante la mañana del jueves 17 de agosto se llevó a cabo una mesa debate entre organizaciones
sociales de la Economía Social y Solidaria, funcionarios públicos y autoridades de
distintas instituciones de las provincias de Catamarca y Santiago del Estero.
Con lo que parece la llegada prematura de la primavera, la inauguración del ciclo
Territorios y Economías Autónomas: Mujeres y Organizaciones por el Buen Vivir se
proyectaba con la invitación a más de veinticinco organizaciones sociales, instituciones
públicas y privadas.
Y con unos agradables veinticinco grados, la jornada comenzó cerca de las 9:30 horas
entre caras que se reconocían entre sí, mates y productos agroecológicos, en lo que da
cuenta de los casi cuarenta años de trayectoria de Bienaventurados los Pobres
, la
organización civil que nació en Catamarca en el año 1984, acompañando a empleadas
domésticas y sectores campesinos desde la teología de la liberación.
En el marco del cierre del proyecto “Fortalecimiento de las organizaciones de la
Economía Social en las provincias de Catamarca y Santiago del Estero para la
construcción del desarrollo sostenible en la región”
al momento del comienzo, casi
cien personas decían presente para participar de lo que se proponía como un
intercambio de saberes y reflexiones sobre la Economía Popular, Social y Solidaria.
La invitación de la mesa rezaba: “Sujetxs políticxs y proyectos de la economía popular
solidaria en Catamarca y Santiago del Estero” y era impulsada por Be Pe, ATHOCA e
IDEP – ATE, con el financiamiento de la Unión Europea, para promover el incentivo de
construir algunos acuerdos de trabajo futuros.

“(…) la implementación de la “Investigación Acción Participativa (IAP) sobre Tramas
de Valor y Mercados Solidarios en las provincias de Santiago del Estero y Catamarca” que
permitió elaborar una “Caracterización y diagnóstico de base de los Emprendimientos
Productivos, Organizaciones y Redes de la Economía Social y Solidaria”, para ambas
provincias.

Esta IAP es novedosa, porque aporta datos de los que carecíamos y que resultan
esenciales para pensar y construir “tramas de agregado de valor” para una economía
popular social y solidaria desde las organizaciones y sus territorios. Pero, además y
fundamentalmente, por su metodología participativa que implicó el involucramiento de las
organizaciones destinatarias del proyecto.”
Extraído de invitación formal de BePe
¿El lugar? el Club Social 25 de agosto, ubicado en la calle Sarmiento 683 frente a la
plaza 25 de mayo y apenas a unos pasos de la catedral. Al ingresar, los asistentes se
encontraban con una gran mesa con todo lo necesario para transitar con alimentos de
la red Achalay, las más de tres horas que proyectaba la presentación
Se hicieron presentes autoridades del cuerpo ejecutivo y legislativo como Cecilia
Guerrero, presidenta de la Cámara de Diputados de la Provincia, Alfredo Marchioli,
diputado provincial, la diputada provincial Claudia Paladino y María Argerich,
diputada provincial.
También participaron funcionarios del Ministerio de Desarrollo
Social local, docentes y técnicos de la Universidad Nacional de Catamarca, del Instituto
Superior de Arte y Comunicación y del INTA, así como integrantes de la CTA y ATE,
ATHOCA, ACOPAH, Municipalidad de Valle Viejo, Manos Creativas, Cooperativa Juanito
Contreras, representantes del Banco Credicoop, entre otras instituciones públicas y
sociales.
Cerca de las 9:40 horas Sebastián Pinetta, coordinador de la mesa e integrante de Be
Pe, tomó el micrófono para dar apertura formal ante el público que ya se encontraba
dispuesto en dos largas mesas que tenían como cabecera al panel de funcionarios que
habían sido especialmente invitados.
El punto de partida estuvo acompañado por un video que se proyectó en pantalla
gigante con el saludo de Pablo Iglesias, agregado de cooperación por la Unión
Europea
, quien no pudo asistir al evento y destacó el aporte del proyecto a la Ley de
Economía Social y Solidaria, así como a los objetivos de desarrollo sostenible y la
agenda 2030.
Cerca de las diez de la mañana fue el turno de Santiago Machado Araóz, director de Be
Pe, quien destacó la presencia de los funcionarios públicos ante la convocatoria “a
escuchar” lo que las organizaciones tenían para compartir. En esa línea, expresó que
“el agregado de valor de la Economía Social y Solidaria y la agroecología no está siendo
valorado”. Lo siguió Claudia Martínez, integrante de Be Pe y coordinadora del
proyecto en Catamarca
, quien se dispuso a presentar las consideraciones generales
que arrojó el proyecto; sus problemas iniciales, el diseño de las estrategias, la
metodología de trabajo y la evaluación final. Como ejercicio, Claudia instó a que
integrantes de las organizaciones catamarqueñas y santiagueñas alzaran sus manos
para dar cuenta de su participación en la mesa.
La presentación hizo hincapié en cinco
pasos que dieron cuenta del proyecto, desde el año 2016 en el que comenzaron a
identificar las primeras problemáticas, siendo la baja institucionalidad de las
organizaciones el principal disparador.
Laura Fernández, quien coordinó el proceso en Santiago del Estero, también tomó el
micrófono, con visibles gestos de emoción, ante la atenta escucha de todo el salón
que le devolvió un fuerte aplauso en muestra de apoyo. Laura repasó características
generales del territorio, el rol de las mujeres y un amplio repaso por datos duros que
arrojó el proyecto.
Además, marcó el “avance de la frontera agropecuaria” sobre los
territorios y el impacto que eso genera en las comunidades. También ponderó el agua
como bien estratégico para los procesos productivos, a la vez que mencionó otros
ítems clave para pensar los niveles de desigualdad que enfrentan las familias:
herramientas, recursos, movilidad, infraestructura, tecnología, entre otros.
Al finalizar, Sebastián retomó el rol de distribución de la palabra, no sin antes recordar
que no habría un corte para “poder aprovechar el tiempo” y que todos podían sentirse
libres de levantarse e ir a buscar un poco de café o torta.
Quien lo siguió fue Mercedes Caracciolo, asesora del proyecto, socióloga, docente e
investigadora de la Maestría en Economía Solidaria de la Escuela de Economía y
Negocios de la UNSAM. También impulsora del concepto “trama de valor” que fuera
transversal en el desarrollo general de cada capacitación, taller y encuentro que
contempla el proceso.
Mercedes comenzó mencionando que lo que se discutió hasta
el momento “marca un rumbo claro de qué es lo que tenemos que hacer de aquí a
octubre”, en relación a lo que se pone en juego a nivel nacional con las elecciones
generales. También destacó que “en Argentina hay 22 millones de personas
trabajando, según datos del INDEC, y un 30% son informales (casi 6 millones)”
. En ese
sentido, quienes no están registrados “lo hacen de manera precaria”, aseveró. La
investigadora también hizo hincapié en relación a la pregunta “¿cómo hacemos para
agregar valor a la producción” que “aisladamente y sin el apoyo de las instituciones, es
prácticamente imposible”.
Estas preguntas y reflexiones permiten que quienes toman la palabra puedan
interpelar directamente a los funcionarios presentes.
Quien sigue es Javier Souza Casadinho, también asesor del proyecto Ingeniero
Agrónomo, Docente Universitario militante y coordinador Rapal – Maela. Parado, elige
no tomar el micrófono y convocar implícitamente al silencio de los participantes para
tomar una postura de clase pública, caminando por un pequeño pasillo entre mesas.
Todos lo escuchan con atención. Javier propone “ligar la agroecología a los ámbitos
urbanos” y entenderla “como un proceso en donde lo primero que sale es reflexionar”.
Mientras habla, se apoya conceptualmente en una presentación por pantalla gigante
que muestra algunas fotos tomadas en las provincias que están implicadas en el
proyecto. Pide “fomentar la agricultura urbana” y “no tomar la producción agregaría
como un castigo”. Para finalizar, deja una contundente frase: “tenemos que
recuperar la alegría a la hora de producir”.

Sebastián vuelve sobre la conducción del evento para dejar algunas preguntas abiertas
a quien quiera comenzar un intercambio más fluido y concreto en la reflexión: ¿cuales
creen que pueden ser aportes a la construcción de tramas de agregado de valor que
aporten al fortalecimiento del sector de la economía popular solidaria?
Allí aportan Juan José Sánchez, Cristian Torres, Ramiro Ledesma, Diego Godoy, Rosa
Bernardez y Leandro Quiroga.
También hicieron lo propio los diputados provinciales
como Alfredo Marchioli, quien planteó que “los catamarqueños gastamos cerca de
120 millones de dólares por año en la compra de frutas, verduras y carnes” y adjudicó
la solución a la valoración de los productores presentes como sujetos clave en la
reversión de ese proceso.
Claudia Paladino, destacó el “esfuerzo y trabajo de Be Pe” y pidió “dejar de considerar
a la Economía Social como una economía de descarte”, a la vez que remarcó la
importancia del reconocimiento como trabajadores formales a los productores ya que
“queremos que haya trabajo pero solo lo pensamos en la industria o el comercio”.
María Argerich subrayó la importancia de la Ley de Economía Social y Solidaria que se
diseñó en conjunto entre los distintos poderes del estado y las organizaciones
comunitarias, reconociendo que “hay un compromiso de gobierno con esta ley” y
reconoció y recordó al senador Maximiliano Brumec, quien falleció en el año 2022,
como “autor de la ley”.
Para finalizar esta etapa, Cecilia Guerrero consideró que “es fundamental haber
venido a escucharlos porque es fundamental articular los tres poderes del Estado con
las organizaciones”, valoró y pidió por el reconocimiento de las mujeres en ámbitos
urbanos y rurales “¿cómo hacemos para ayudar a las mujeres que quedan solas y
subsisten como pueden en la ruralidad?”. En ese orden de ideas, valoró la producción
rural y local, remarcando que “en las ciudades no se conoce qué podemos hacer con la
quinoa o la algarroba”, y promovió ir en la búsqueda de esos saberes ancestrales para
“formar una conciencia del asociativismo”.
Para concluir, cerca de las 12:30 horas, volvió a tomar la palabra Santiago Machado
Araóz destacando que “el lunes estábamos angustiados – en relación a los resultados
de las PASO – pero esto da esperanzas porque la solución está en ustedes
compañeros…Es el único camino posible para otro mundo posible”.

El encuentro marcó el inicio de una serie de actividades que seguirán por la tarde de
hoy a las 18:30 horas en Avenida Guemes 1121, con la inauguración de La Dorila, un
espacio cultural y de comercialización que trabajará con los productos de la economía
social y solidaria de las distintas redes productivas que componen el proyecto. Allí
habrá mateada, radio abierta, entrega de premios y una peña cultural.
Continuará este viernes a partir de las 9 horas en el Polideportivo Sur para un
“Encuentro de organizaciones, territorios y economías autónomas” en donde se dará
continuidad al intercambio, debate y reflexión en torno a todo el conocimiento
producido en el marco de la implementación del proyecto, para construir propuestas y
estrategias hacia el futuro.
Finalmente el ciclo de encuentros tuvo su cierre el día sábado desde las 9 horas con
la tradicional feria de productores en la Plaza La Alameda (Av. Virgen del Valle y Camilo
Melet) y una presentación artística a partir de las 16 horas.