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AGUA QUE HAS DE BEBER, DEFIÉNDELA

“Agüita vital, sagrada

Por tu bravura han temido

Quisieron truncar tu cauce

Te doblegaste al destino

Pero aún religas lazos de vida

Siento tu asilo.”

‘Agüita de mis días’- Belén Parma

Los 22 de marzo de cada año, desde 1993, se conmemora el Día Mundial del Agua, por una disposición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro del año 1992 para concientizar a la población sobre el cuidado de este recurso único.

Pareciera que fue ayer cuando estudiábamos en la escuela que el agua era un “recurso renovable”, algo que no podía “acabarse” nos decían lxs docentxs luego de explicarnos por qué esta afirmación era certera y, hasta incluso una sentencia.

Hoy por hoy vemos cómo ese discurso se evapora como consecuencia de la voraz religión extractivista, como el agua misma.

Escuchábamos, también, atentxs cómo mutaba de un estado a otro y cuál era su recorrido por el mundo. “El agua es imprescindible para vida” nos dijeron en más de una oportunidad, pero ¿Por qué? ¿Porque podemos beberla o bañarnos o lavar los alimentos que consumimos?

Hay una parte del ciclo que nunca se cuenta y es el retorno de eso tan importante que impacta en nuestras vidas; cómo el agua se vuelve sustento, alimento y, precisamente eso: vida.

El agua como un ser vivo, un ser divino, creador y transformador. Un derecho humano y comunitario.

Hace unos días volvimos a andar los caminos de la agricultura y de la agroecología en lo que, desde aquí o desde allá, parece un sueño imposible. Aquello que se muy alejado de esas fases indispensables del agua pero que cobra otro sentido cuando recorremos este milagro llamado “Tatón” de la mano lxs campesinxs que conforman ACAMPA.

Resulta difícil poner en palabras lo que se muestra talante en el aire como pinturas vivientes que exhalan lucha, pero para ello hablamos con Elena Reales y Abel Villagrán que nos cuentan cómo el agua es vida o, mejor aún, como la vida es agua.

¿Qué es para ustedes la agricultura?

Abel: y, bueno, yo nací y me crié acá. Siempre vivo trabajando. Crié a mi familia. Y vivo de la agricultura, trabajando la tierra. Siembro de todo, tengo viña. Vivimos de eso, pero para mí la cosa más grande es esto; uno no decide irse a otro lado porque uno ya se arraigó con esto y para mi es lo más grande que puede haber porque es un medio de vida. Por ejemplo, en este tiempo, cosechamos la uva, el durazno, el choclo, el zapallo, el tomate. Al final que, en este tiempo, estamos viviendo de eso. No tenemos otros gastos de comprar en el mercado.

Elena: desde que nací vivo aquí. Me críe, trabajé. Una vez decidí irme con mis hijos hasta Tinogasta, estuve un año y volví otra vez a mi pueblo porque me gusta mucho trabajar en la tierra. Me gusta trabajar en la agricultura, soy artesana; se trabajar con las artesanías, se hilar, se tejer. Y bueno, ahora trabajo haciendo los dulces y para mí la agricultura es una cosa muy importante porque es vida porque es el sostén de mi familia y porque me trae muchas cosas, muchas esperanzas con la venta de los productos que hago voy mejorando mi economía, tengo una buena alimentación con los productos que hago que son todos sanos, cosechados aquí, todo naturalmente lo que comemos.

Las semillas las cuidamos durante todo el año. Juntamos las semillas para tener para la feria, preparamos y, bueno, eso. Es mi vida, mi alegría mis ganas de seguir viviendo, de seguir trabajando, de seguir luchando.

Las voces resuenan con determinación y sacuden el médano que empaña la vista de lxs visitantes descorcertadxs. Hay quienes creen que lo que cubre las montañas es la solidez de ese ciclo del agua que ven disociado del aquel lugar sensacional.

Esas voces y esos cuerpos- territorios en defensa del agua, de la vida ante la vulneración de ese derecho fundamental, ante la irracionalidad de quienes nos gobiernan implementando proyectos de muerte, como “Tres Quebradas”, con el siniestro discurso del “progreso” en zonas de compleja aridez como lo son las que hoy transitamos. Si tenemos en cuenta que la extracción de una tonelada de litio requiere la evaporación de alrededor de dos millones de litros de agua, aunque estas cifras varían dependiendo las características de cada salar y los diferentes grados de concentración del mineral que en él se encuentren, se hace clara evidencia de que “la minería del litio en salares, es una minería del agua” (Gallardo, 2011).

¿Y el agua?

Abel: el agua, mire, hay años que nos falta y hay años… Este año estuvo muy lindo, no nos faltó casi el agua. Ha sido muy exitoso lo del agua. Siempre vivíamos regando 10 a 15 días y eso para nosotros es un bien porque el agua es la base para finca. Si no tenemos agua se nos seca, no crecen las plantas, no podemos cosechar. El agua es fundamental. Y, bueno, este año como le digo, ha sido un éxito el tema del agua, pero hay años… Por ejemplo, agosto, septiembre, octubre son los meses más pésimos para el agua.

Elena: el agua es todo. El agua es vida porque sin el agua no podemos vivir, no podemos sembrar. La necesitamos para todo, para higienizarnos. El agua es salud. Es todo para nosotros. Así que eso es lo más importante que nosotros queremos defender, que un día que se contamina el agua o se termina el agua sería la tristeza más grande para nosotros.

Hoy, en este día de concientización, que el agua se vuelva grito tenaz para lxs que no quieren oír y que se derrame en la tierra de quienes la trabajan sembrando día a día la vida.

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